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Foto oficial: Sony

 

No. El programa no nos gusta; pero no podemos sustraernos de la fuerza ostentosa y la extraordinaria corriente de expectación que genera. Nos han preguntado qué opinamos del CHOW. Muchas cosas: para empezar tiene varias virtudes en la producción; aunque el guión del CHOW resulta tan telenovelesco como cualquier otra producción similar mexicana. Si hubieran incluido a Carmen Titita, por ejemplo, en lugar de a Martha y sus devaneos actorales; y un cocinero de más altura, en lugar de Aquiles y su personalidad bufa, el programa hubiese mejorado notablemente. (Quienes conozcan en vivo y color a Martha y Aquiles seguramente tendrán otra impresión, a nosotros esa fue la que nos dejaron como espectadores)

Nos genera prurito y náusea, ver a Aquiles regañar a Matteo, cuya cocina es espléndida, y luego observar cómo  alaba las “maravillas de VIPS”. cuando sabemos que el cuore de su negocio son los tacos y los ceviches, los que, desde luego, suponen un baño menor de creatividad y técnica, que no esfuerzo.

Hasta “la ambición” debe contemplar pudor y congruencia. ¡Carajo! ¡No estamos en la cámara de diputados, hombre!  Y esa es la peor parte de todo este CHOW. La poca sensibilidad para acreditar lo que vale la pena y la pasmosa rapidez con la que se decide postergar lo bueno y honorable; los valores de la gastronomía mexicana; mientras se hace harta lana en los anuncios, valiéndoles poco menos que una semilla de mostaza, sobre todo a Aquiles, el triple mensaje que viene incluido en el hecho.

 

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Foto: Sony

 

El suspenso y la vulgaridad (en el sentido de básica) de la “trama”; las “pinches groserías innecesarias”, y la petulancia que a veces derrochan ciertos jueces, conforman el esqueleto de un drama, vestido de programa aspiracional, muy ad hoc para vender contenidos ligeros al público amante de las cosas de fácil deglución ; los mismos que ven Sabadazo, tal vez. Eso lo logran bien. La producción es barroca, pero tiene cosas muy rescatables, otras notables y bonitas. Los cocineros implicados, al participar, compraron un boleto a la notoriedad y el derecho a la proyección nacional, con fecha de caducidad; unos no lo saben; todo depende de cuánto se esfuercen, o cuánto tiempo pasen en el jolgorio y la farándula.  La difusión que gana el país y su gastronomía, merecería comentarse ampliamente, no en dos líneas, nos reservamos ese derecho para después.

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Lo dijimos hace semanas. Morali va a ganar, no porque tengamos oficio de spoilers, sino porque se encuentra en un raro proceso de esplendor y desarrollo, a diferencia de Rodolfo. Sabe bien lo que quiere y sabe dónde va. Morali posee una preparación completa; sus técnicas están bien abaladas por la cocina francesa. Eloise Chic Cuisine, para quien Eduardo

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fabricó gran parte del menú desde su nacimiento, y que después dejó pendiente – aunque quizá lo asesoraba mientras se encontraba en Anatol y Beef Bar -, ha retomado una senda que complace a una enorme variedad de paladares con sus aportaciones golosas, bien fabricadas, a veces francamente espléndidas. Sus platos tienen elegancia, actitud y sabor. Eloise además cuenta con una gran profesional en el vino: Laura Santander, y con un chef propietario como Abel Hernández, que percibe y entiende; y luego deja pasar. Con un equipo completo, Morali se expresa; lo hará mientras tenga la filipina bien ajustada y los pies firmes sobre el piso, porque la fama marea y mucho. Le deseamos mucha suerte, nos ha hecho pasar grandes momentos epicúreos

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Si no han ido a comer a Eloise no repriman el gusto. La última vez le probamos una sopa que rebosaba técnica y conclusiones; aunque el pescado; las costillas de cordero; la tártara, los otros arrumacos de entrada y los postres, derrochaban actitud. Hasta hace unas semanas, Morali se desbordaba ante la mesa luciendo lo que más tiene: entrega. El suyo no es un restaurante que proponga el rescate de la cocina nacional; simplemente cocina y lo hace muy rico, y eso vale la pena mucho más que otras búsquedas con apetitos intelectuales. A Eduardo le falta mucho, porque tiene mucho fondo de donde sacar talento, todo depende de su entrega a la cocina. Lo veremos pronto.

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RODOLFO CASTELLANOS

Rodolfo muestra una actitud menos explosiva; parece que su capacidad de introspección lo obliga a buscar obsesivamente fórmulas para alcanzar recetas perfectas, innovadoras, complejas. Muestra una tendencia y preocupación por plasmar conceptos intelectuales en platos que deben ser explicados. En cinco visitas entendimos varias cosas. La primera es que Rodolfo es un cocinero en revolución; un gran profesional  en búsqueda de una expresión personal que lo hace someterse a inmersiones exploratorias de sí mismo, de sus gustos personales y del que parece sentir como deber ser, siendo un cocinero oaxaqueño joven y lleno de opciones, pero también de limitantes, entre ellas el producto, los precios, los enfoques, etcétera.

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La de su restaurante Origen, es una cocina audaz, disciplinada, creativa y destinada a satisfacer un apetito que busca cosas originales, menos devotas a la cocina y las tradiciones oaxaqueñas, pero no totalmente ausente. No encuentras tortillas en el restaurante, pero hay tlayudas para sopear los ceviches u otros platos jugosos.

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Origen expone un mosaico de posibilidades gastronómicas, en donde lo mismo encuentras un ceviche de achilito, confeccionado con piña, cacahuate frito y cilantro, que un paté de hígado rodeado de un par de generosas compotas de tomate y guayaba de diseño super francés. Hay una tostada de mollejas de res por la que quieres volver mañana, y una lengua, expuesta como un jardín, en donde la textura de la carne se ofrece a una serie de complementos, brotes y flores, que no fueron puestos ahí puramente como adorno.


 

 

ORIGEN pate -5Se trata de una cocina de búsquedas que encuentra reposo en la diversidad y la elocuencia de los productos.

Castellanos representa el alma joven de Oaxaca con su actitud propositiva, innovadora, que tiene  a romper los moldes impuestos por la tradición y la fidelidad a las cocinas de la región. A Rodolfo le parecen agradar mucho los tonos frutales que endosa de a poco y casi en cada plato.

La cocina de Castellanos no es todavía uniforme en la entrega; su menú tiene notables ups and downs que refuerzan nuestras conclusiones. Se trata de un cocinero en exploración. Eso es bueno pero lo pone en desventaja contra un Morali que muestra uniformidad y armonía en toda la oferta de Eloise.

Todo esto es solamente lo que opinamos nosotros, y como siempre, nuestro punto de vista; nuestra reseña y evaluación, no pretende ser la única. Creemos que si por azares del destino el resultado fuera otro y ganara Rodolfo, el programa cometería un gran error.