Un restaurante signature -de firma- cuesta más. Esa es una regla general, tal vez injusta, pero así es. Cuando practicas la crítica no puedes esperar a que alguien te invite. La perspectiva de gastar entre 3 y 4 mil pesos no me era apetecible, pero no nos podíamos quedar sin hacer una incursión al octavo o noveno sitio de la cadena internacional.
Creo que hasta es insulso describir ese escenario lleno de linos blancos, detalles discretos, verdes en las paredes y las fotos horrendas del hijo del dueño colgando en el salón principal (muy a la Warhol). Siendo Chow un famoso diseñador, todo lo que hay tiene razones y provocan. Hay una azotea encantadora arriba y un sentido de absoluta pulcritud y armonía en el recinto. En estilo no tiene pero alguno.
Más que criticar, voy a contar lo que vivimos, y le vamos sancochando con alguna afirmación puntual. Mr Chow es un restaurante de cocina tradicional china. Mi idea principal era comer pato, pero aquí no te venden un pato Beijing si no lo sirven, en paquete de 1110 pp –incluye 3 tiempos y el pato- para 3 personas (o sea $3330.- pp) Añade tragos de entrada, vino ($750 el más barato), postre y tragos de salida. El asunto cuesta. No creo llegar a probar el pato nunca.
Encima -e insisto- lo que percibo como un pésimo error, es cobrar 32 pesos por servicios de cubierto, (ya por default) y no te dejan absolutamente nada en la mesa, vamos, ni un cracker barato como los chicharrones chinos esponjados. Cuando le pido a un mesero que me explique el por qué del cobro, me contesta mamonamente (no se puede describir de otra forma) que es el costo de tener la mantelería limpia. Luego como que recapacita y agrega que lo quitará de la cuenta. No, le dije: “se lo descuento a tu propina…”
Ese mismo mesero nos recibió con una petulancia propia de señorito de mansión inglesa, con una actitud entre retadora y entre de fastidio ante las preguntas que le dirigíamos sobre el menú. Me divertía verlo desfilar por todo el salón con la casaca descosida de la espalda mientras mantenía su actitud altiva. Hay que subrayar, el resto del servicio se portó de 100, de principio a fin.
Compré un paquete con dos entradas, un plato fuerte, verduras y arroz, además de pato Gamblers, que es más secón que el Beijing, pero también viene con crepas y salsa de ciruela. ($1700 x 2p)
En una incursión de reconocimiento, siempre pido lo más común; por lo que sé que mis paisanos más ordinarios van a decidirse, porque es lo que conocen. Y las costillitas chinas (spareribs $278) no se hicieron esperar. Me saqué un poco de onda cuando vi que llegaron duronas, con buen sabor, pero sin el tono que se espera en un Mr Chow, en donde laboran seis chinos. Me encargué de decirle a todo el mundo el hecho, pero aparentemente a nadie le importó mi comentario, porque nadie se ofreció a cambiarlo o reponerlo. Me las acabé, no habíamos desayunado, pero creo que estas costillas están tan buenas como las que encuentras en un resto chino de medio cachete y nada más.
El Sr. Chow se rescató con unos triangulitos de camarón empanizado escoltado por perejil frito ($265). Muy ricos, golosos, diferentes y con excelente presencia. Nada que agregar.
El pato ($630) llegó escoltado por un puerco picante con verduras ($450); un “cuarteto de hongos exóticos” ($110) y arroz con vegetales ($110). Estos platos, en realidad, fueron lo mejor de la “sentada”, porque el pato es francamente olvidable. Llegó duro, y como se enfrío pronto, lo mandé calentar; ¡lo trajeron que se deshacía! Nunca entendí. ¿Por qué nuevo duro y recalentado super suave?
El arroz será uno de los mejores que haya probado jamás; extraordinaria textura y un aroma que al escribir todavía puedo sentir en la nariz. El cerdo era exquisito, con esas salsas viscosas que suelen redondear el sabor de estos platos y una serie de láminas de verduras que concedían crocante y otras texturas; pero el plato, si fuera el único segundo a ensayar, sería excesivamente pequeño. Los hongos, vaya que son extraordinarios, no sólo por su extrema delicadeza como por su sabor. Las cantidades parecían minúsculas, pero el paquetón encaró perfectamente la exigencia y hasta se quedó una pieza del pato completa.
Pastel de coco con leche (tipo 3 leches) muy bien aspectado y un expresso. Pagamos 3000 pesos con todo y 10% de propina, incluidos 64 pesos de un servicio de cubiertos que jamás deberían cobrar. 3 platos excelentes, uno bueno y dos bastante ordinarios.
Masaryk 294. Polanco. T. 5280 0257
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