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Durante muchos años se le conoció como La Guadalupana. Era un clásico Gourmand del centro de Coyoacán y gozaba de los favores de una hueste de incondicionales a la botana que no dudó en adaptarse de inmediato cuando le cambiaron el nombre a La Coyoacana.
Cuando le pregunto al mesero: ¿y qué platillo es el mejor de la carta? Contesta: “pues todo. Aquí no hay un plato que no sea buenísimo, por eso siempre estamos llenos”. Pero las destrezas de un sitio como éste hay que descubrirlas poco a poco, en varias visitas, y terminarás dándote cuenta que hay algunas cosas que destacan encima de todo.
Uno de sus mejores talentos es ofrecer unos tacos de lengua de una suavidad inaudita y una sazón que somete tu paladar a todos los lujos de la indulgencia mandando al diablo virtualmente tus propósitos por una vida sana. Son grasosos, rústicos y si te los terminas todos, igual y te llenas rápido.
La cocina escupe platos que la asiduidad hace familiares y en las bebidas no hay sorpresas pero no falta nada. Las albóndigas son de esos platillos que siempre verás bien distribuidos. Caldosas y acompañadas con frijoles para envolverse en buena tortilla de masa fresca. Creo que ese es justo su principal atractivo, porque el lugar sabe mantener vivas las esperanzas del paladar y un detalle de frescura inspira.
La carta es amplia, desde un buen chicharrón verde servido con sus infaltables frijoles hasta cortes de carne sometidos a las brasas y una serie de platillos que son estrictamente obligados en una cantina mexicana de renombre: chicharrón, arroz, chamorro, milanesa, tortas, caldos, sopas sustanciosas y todas esas botanas iniciando con sus tacos de camarón y sus sopes de chorizo o un molcajete de arrachera. Hay buen mezcal y los tragos de siempre.
La terraza, que anida un buen número de mesas, es uno de sus principales atractivos, aunque visto bien, se ahorraron cualquier lujo, pero el sitio se presta al cotilleo e invita a permanecer en la mesa. La calidad del servicio es una interrogante, preferiríamos advertir que depende del flujo de visitantes. A veces tiene música en vivo. Su ambiente es uno de sus grandes atributos. Y aunque parece estar a la intemperie, el frío te lo ahorras terminando el segundo tequila, ¿para eso es no?
Higuera 14, Coyoacán
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