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Primero el Champs y los Mosaicos, luego nada, y ahora la Casa Familiar. Qué bueno que no se han ido, Los Avernin son sinónimo de grandes sabores en esta ciudad, y han dejado clones que repican sus platos, en forma muy exitosa.
De no ser porque se extraña el escenario y la empatía que establecías con los capitanes y sus meseros, llegar a Maison de Famille es como volver a entrar al Champs Elysées, por muchos años, demasiados, uno de los íconos que retrataban la cocina bien hecha en México.
El menú no es el mismo, desde luego, y por muy poco. Todavía puedes saborear sus manitas de cerdo a la vinagreta; esas lonchas de patê o foie que te abrían otras perspectivas culinarias; las sopas, el indiscutiblemente famosísimo confit de pato, o los caracoles á la bourguignonne, la tártara. En fin, todos esos y los otros y los platos que vengan, porque la calidad sigue intachable sobre la mesa, y Paquita y el chef continúan al pendiente, solamente quizá ahora con más discreción, o recato, por la edad, atando responsabilidades a una nueva generación, de sí experimentada.
Aquí, los viejos “fans” del Champs llegan a sus anchas y la casa se llena, y la terraza más, porque esta vez, hay terraza deliciosa que observa la vida desde arriba. Poco a poco ha ido tomando personalidad. Tiene la pinta de una taberna alsaciana más que el de un recinto delicadamente francés, pero eso es un comentario al calce. A los políticos les cayó de perlas el sitio, que comparte vecindad con Rosetta y los que se acumulens.
Los Avernin, familia de restauradores franceses de abolengo, entregan una nueva versión, menos portentosa en alcances, pero igualmente suntuosa en sabor y llena de dinamismo y platos que estrenan constantemente. Pidan la extra “recontraordinaria” ventresca (pork belly), la salchicha sobre lentejas, la clásica pasta con morillas y ese patê de berenjena que aparece en foto. A últimas fechas les ha dado por promover tardes de vino, quesos y embutidos, los que hacen en casa y son realmente deliciosos. Una buena idea para una lista de vinos que va mejorando cada día y sus precios son justos.
Un caudal de platos de sugerencias enriquece un menú básico que se encuentra en cambio continuo, como midiendo todavía terreno y alcances. Del huerto de la familia llegan esas verduritas frescas que el chef sabe acompañar explorando sabores con esas salsas tan francesas. Unos ravioles que aceleran los latidos o unos pescados que cotidianamente sorprenden.
Lleguen a los postres, o a los quesos, aunque ya no haya tête de moine “raspado” con la girolle y otras cositas monas de antaño.
(@MaisonMx). Colima 152, Roma
5207 1006, 5525 2546
Lunes a Sábado: 13 a 23 hrs, Domingo: 13 a 18 hrs.
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